«Y hasta entonces me di cuenta cabal de lo que en los últimos años fue esa mujer en mi vida. Más que mujer.
Más que esposa, era como un vaso hasta el borde lleno de mucha miel que me hizo alegre en las tardes muy tristes de mi vida. Me dio una mano. Me brindó dos manos juntas. Con ella empecé de nuevo a reír como antes no lo hice y a soñar un poco.
Y una buena mujer está por encima de la edad, de un pasado, del tiempo, de las cosas que la gente llama difíciles en la vida.»
De La isla de los hombres solos de José León Sánchez