Letras… El Sha o la desmesura del poder

En la panadería trabaja Razak Naderi; tiene doce años. Alguien debería hacer una película dedicada a Razak. Al cumplir los nueve años, el muchacho vino a Teherán en busca de trabajo. En el pueblo, cerca de Zanyan (a mil kilómetros de la capital), dejó a su madre, dos hermanas y tres hermanos, todos ellos pequeños. Desde aquel momento era su deber mantener a la familia. Cada día se levanta a las cuatro de la madrugada y va a arrodillarse ante la boca del horno, que expulsa llamaradas de un calor abrasador. Allí, sirviéndose de un largo palo, pega las tortas al barro de las paredes y las vigila para sacarlas a tiempo. De esta manera trabaja hasta las nueve de la noche. El dinero que gana lo envía a su madre. Su fortuna: una bolsa de viaje y una manta que lo cobija por las noches. Razak cambia continuamente de empleo y a menudo sufre paro. Sabe, no obstante, que no puede culpar a nadie de ello. Simplemente, transcurridos tres o cuatro meses, empieza a sentir una gran añoranza por su madre. Durante algún tiempo lucha contra este sentimiento pero, finalmente, coge el autobús y se va al pueblo. Le gustaría estar con su madre cuanto más tiempo mejor, pero no se lo puede permitir; tiene que trabajar; él es el único sustento de la familia. Así que regresa a Teherán, pero en el puesto que antes ocupara ya trabaja otro. Razak no tiene otra opción que la de dirigirse hacia la plaza de Gomruk, lugar donde se reúnen los parados. Es un mercado de mano de obra barata; los que allí acuden se venden por ínfimos precios. Y sin embargo Razak tiene que esperar una o dos semanas hasta que alguien lo alquile para algún trabajo. Lleva días enteros de pie en la plaza, a merced de la lluvia, pasando frío y hambre. Pero al final encontrará a algún hombre que se fije en él. Razak es feliz: trabaja de nuevo. Pero la alegría no dura mucho; no tarda en añorar su casa, así que vuelve a irse para ver a su madre y, al cabo de poco tiempo, una vez más volverá a aparecer en la plaza. Al lado mismo de Razak existe un vasto mundo, el mundo del sha, de la revolución, de Jomeini y de los rehenes. Todos hablan de él. Y, sin embargo, el mundo de Razak es más grande. Tanto que Razak se pierde en él y no sabe encontrar la salida al exterior.

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